BEATA ANNA KHATARINA
EMMERICK
9 de febrero
1824 d.C.
Había nacido en Flamske, cerca de Münster, en Alemania.
Hija de una familia humilde, su vida no tiene nada de clamoroso.
Entró en el monasterio agustino de Agnetenberg, y
pronunció la profesión religiosa cuando contaba 30
años en 1803. Estuvo inmovilizada en una cama a causa de
diversas enfermedades, agravándose su situación desde un
desgraciado accidente que sufrió en su juventud, sin apenas
poder salir de la habitación.
Nueve años
después debe dejar el claustro, ya que Jerónimo
Bonaparte, había decretado la secularización de las
Ordenes religiosas. Desde entonces vivió retirada en casa de una
viuda, a Dülmen, continuando a seguir su vida de siempre: una
contínua meditación sobre la Pasión de la Cruz,
centraba constantemente todos sus pensamientos y todos sus deseos.
Oraba a su místico esposo para que le diera un signo tangible de
su amor. Desde su cama, encerrada, comenzó a asumir en su cuerpo
las enfermedades de los demás, y sirvió de consuelo para
todos aquellos que la visitaron, los cuales fueron confortados y
descubriendo el sentido de sus vidas a la luz del Evangelio, que ella
les explicaba de manera sencilla.
Estaba enferma cuando
vio que la envolvía una gran luz, y le fueron estigmatizadas las
cinco llagas, y su vida fue una autentica vivencia de la Pasión
del Gólgota, y que sangraban profusamente coincidiendo con el
tiempo de Pascua. Fue investigada por los médicos y las
autoridades eclesiásticas, que no pudieron dar
explicación a estos fenómenos. No se defendio cuando fue
acusada de falsaria y simuladora. Se cuenta que un día, mientras
oraba, en 1798, Catalina tuvo la visión de Jesús que le
presentaba dos coronas: una de flores y la otra de espinas, y ella sin
dudarlo eligió la de espinas. Su vida y visiones fueron
recogidas y escritas por Clemens Brentano, y en ellas se cuentan como
relató con minuciosidad histórica la vida de los esenios,
antes que se descubrieran los manuscritos del Mar Muerto, o la
mención de la ubicación exacta de la casa de María
en Éfeso y que gracias a ella, los arquéologos pudieron
descubrirla. Exclamaba continuamente: “Mil gracias te doy, oh
Señor, por todo el tiempo de mi vida, que no es como yo quiero,
sino como quieres Tu”. Murió santamente. Murió
santamente. Fue beatificada el 3 de Octubre de 2004, por SS. Juan Pablo
II.