BEATO ÁNGEL
DOLCET AGUSTÍ
1936 d.C.
21 de agosto
Nació el 5 de
septiembre de 1914 en Soses (Lérida)
Profesó el 24 de septiembre de 1930
Fusilado el 21 de agosto de 1936 en Lérida
El H. Dolcet nació el 5 de septiembre de 1914 en el pueblo de
Soses de la provincia y diócesis de Lérida y fue
bautizado en la iglesia parroquial de San Lorenzo de Soses el
día 13 de septiembre de ese año.
Sus padres fueron D. Miguel Dolcet, de 61 años, labrador, y
Dª. Rosa Augstí, de 26 años.
A los diez años ingresó en el postulantado de Cervera. En
carta que escribió a su madre por Navidad, le comunicaba que
estaba muy contento, pero que en el estudio iba mediano.
En 1929 fue al noviciado de Vich. Tomó el hábito el 7 de
septiembre de ese año e inició el año de prueba
bajo la dirección del P. Ramón Ribera. Acabado el
año canónico hizo la primera profesión el 24 de
septiembre de 1930.
Poco después de profesar fue enviado a la comunidad de Cervera
con el cargo de zapatero, siendo estimado por toda la comunidad. A
principios de 1935 fue destinado a la casa de Vich. Contestando a una
carta de su madre del 27 de febrero de ese mismo año le
advirtió que en las direcciones de las cartas pusiera
simplemente Sr. D. sin hacer ninguna referencia a Misioneros
Claretianos o Religiosos. Ello daba a entender que ya eran tiempos
conflictivos.
Cualidades. Su maestro de novicios anotó que era dócil,
laborioso, callado, algo flojo en los rezos. Esto lo fue superando de
modo que después era tenido por muy piadoso y observante. En los
informes del P. Provincial se le calificó muy bien en salud y
conducta y de buenas condiciones para el trabajo.
Dispersión de la comunidad de Vich
El H. Dolcet pertenecía a la comunidad de Vich, que al estallar
la persecución religiosa tuvo que dispersarse porque los rojos
quemaron la casa y la iglesia. Los Superiores, en principio,
habían visto con buenos ojos que los religiosos se acogieran a
sus familias como buena solución. Después se
comprobó que era una medida desacertada, imprudente y peligrosa
por las facilidades que ofrecía para ser controlados.
Entre los que adoptaron esta medida se encuentra el H. Dolcet, que tras
pasar dos o tres días en can Viñeta, fue al
Ayuntamiento para sacar el pase; se lo timbraron y le indicaron que
debía ir a otra oficina cerca del Carmen para obtener otro
timbre. Inmediatamente fue a cumplir el requisito. El que ponía
el timbre, un tal Ferrer, antiguo escolano o cantor en la Merced,
añadió en el pase que era religioso. Otro tanto le
sucedió al H. Arrufat, con quien pensaba hacer el viaje a su
pueblo.
Ambos se dirigieron a Barcelona junto con una religiosa del pueblo del
H. Arrufat. Para evitar los muchos peligros de la estación de
Vich, fueron en auto particular hasta Balanyá y de aquí
en tren hasta Barcelona. En la ciudad se equivocaron de trayecto. Al
bajar del tranvía les informó un chico, que
resultó ser de Cervera. Fueron a la casa que buscaban, pero no
estaban las dueñas, tres hermanas, de manera que tuvieron que
esperar en la puerta. Mientras esperaban, la religiosa, con
increíble sencillez, confió a los porteros que los tres
eran religiosos, lo cual impresionó desfavorablemente al H.
Dolcet. Cuando llegaron las señoras les atendieron muy bien.
Viendo que en el pase estaba escrito que eran religiosos, les dijeron:
Pero ¿dónde van con eso? ¿no ven que si se
lo piden los fusilan?
Una de las señoras por su cuenta fue a la jefatura de
policía para informarse si podía viajarse sin pase
o era necesario adquirirlo. Los que viajen en tren o en auto de
lìnea no tienen necesidad de pase, pero si van en autos
particulares lo necesitan. Al oír aquella información de
dicha señora y por su consejo rompieron los pases. Permanecieron
dos noches y un día en Barcelona y el día 4 de agosto de
1936 emprendieron el viaje a sus pueblos. Para evitar peligros
convinieron en que el H. Dolcet tomara el tren hasta Lérida y el
H. Arrufat y la monja montarían en auto de línea.
Así se hizo.
Encarcelamiento y martirio
El H. Dolcet llevaba una carta que le había confiado uno de los
Padres de Vich para entregar a una familia que pensaba visitar porque
tenía que pasar por Lérida para ir a su pueblo. Al llegar
a Lérida los milicianos lo registraron y por la carta que le
encontraron dedujeron que era religioso. Entonces lo arrestaron y lo
condujeron a la cárcel municipal. Era el 7 de agosto.
En la cárcel le pusieron en un departamento donde estaba el H.
Ramón Bañuelos, religioso marista, con quien
intercambiaba impresiones, rezaba el Santo Rosario y se animaban
mutuamente al probable martirio, para el que el H. Dolcet se mostraba
totalmente resignado y contento con la suerte que ello le
traería. Además allí soportaba muchos
sufrimientos y privaciones, que eran comunes a todos los presos.
También encontró al H. Grau, quien atestiguó que
el H. Dolcet estaba tranquilo y resignado para aceptar la muerte.
Después fue trasladado de departamento con unos seminaristas de
Tarragona. Ahí estuvo hasta la saca del 20 de agosto. Entonces
el H. Dolcet entregó a los dichos seminaristas las pocas pesetas
que tenía, la chaqueta, los zapatos y alguna otra prenda de
vestir con el encargo de que las entregaran a los pobres, puesto que
salió para la muerte descalzo y medio vestido porque los
milicianos no le permitieron acabarse de vestir diciéndole que
no era necesario para el viaje que tenía que hacer. En estas
condiciones fue llevado con los otros religiosos y sacerdotes al
cementerio de Lérida. A la pregunta de quién era no
dudó en confesar su condición de religioso y fue fusilado
en la madrugada del 21 de agosto de 1936. Sus restos mortales fueron
enterrados en la fosa de los mártires.