BEATO ANDRÉS
JACINTO LONGHIN
26 de junio
1936 d.C.
Nació en Fiumicello di Campodarsego, Padua, en el seno de una
familia de campesinos pobres y muy religiosos. A los 16 años
ingresó en el noviciado de los capuchinos, con el nombre de
Andrés de Campodarsego. Después de realizar sus estudios
humanísticos en Padua y los teológicos en Venecia, fue
ordenado sacerdote en 1886.
Durante 18 años desempeñó los cargos
de director espiritual y profesor de los religiosos jóvenes,
mostrándose guía seguro y maestro sabio. En 1902 fue
elegido ministro provincial de los capuchinos de Venecia, cuyo
patriarca, el futuro san Pío X, lo comprometió en la
predicación y en múltiples ministerios dentro de la
diócesis.
En 1904 fue nombrado obispo de Treviso. Durante su
gobierno realizó visitas pastorales, un sínodo diocesano,
reformó el seminario diocesano... Cuando estalló la I
Guerra Mundial, la ciudad fue bombardeada, pero el obispo
permaneció en su puesto, y quiso que sus sacerdotes
también se quedasen para atender a los fieles. Impulsó la
asistencia a los soldados, a los enfermos y a los pobres. En los
años duros de la reconstrucción material y espiritual,
realizó su segunda visita pastoral. En medio de graves tensiones
sociales predicó la justicia y la paz. De 1926 a 1934
realizó su tercera visita pastoral y el papa Pío XI le
nombró visitador apostólico, primero en Padua, luego en
Údine, para devolver la paz a esas diócesis afectadas por
el enfrentamiento del clero con el obispo.
Su obra de reforma le procuró muchos sufrimientos,
tanto de parte del clero que no estaba dispuesto a seguirlo, como de
muchos laicos. Sufrió la oposición del fascismo que
prefirió vengarse en los sacerdotes y en los laicos organizados
causándole un dolor más profundo que si lo hubieran
herido a él. Nunca cedió ni a la violencia ni a los
halagos. Dios quiso purificarlo con una enfermedad que lo privó
progresivamente de las facultades mentales y que sobrellevó con
extraordinaria fe y abandono en la Providencia. Murió en Padua
con fama de santidad. Fue beatificado por San Juan Pablo II el 20
de octubre de 2002.