BEATO ANDRÉS
CONTI
1 de febrero
1302 d.C.
Andrés de los Conti de Segni nació en Anagni y su familia
eran los condes de Segni. Era pariente próximo de los Papas:
Inocencio III, Gregorio IX, Alejandro IV y Bonifacio VIII. Fue uno de
los que en su siglo se le gravó la espiritualidad franciscana.
Entró en el convento de San Lorenzo, fundado por el mismo
Francisco. No le pareció suficiente la austeridad allí
vivida, y obtuvo permiso para retirarse a un pequeño convento
eremitorio de Piglio, junto al monte Scalambra, en las laderas de los
Apeninos, lugar preferido suyo era una cueva, tan baja y estrecha que
solamente podía estar allí inclinado y de rodillas. Su
vida transcurría en la contemplación y en la austeridad,
entre la oración, el estudio y el trabajo manual. El demonio lo
asaltaba con tentaciones, pero Andrés lo rechazaba con la
señal de la cruz. Libró del demonio a personas asediadas
por él que venían en busca de sanación.
Pero la fama le siguió, porque en su soledad se había
hecho teólogo y había escrito un libro sobre la
Santísima Virgen. Su tío el papa Alejandro IV, fue hacia
su gruta con el fin de hacerlo cardenal, pero Andrés le
devolvió el capelo cardenalicio diciéndole que el
único privilegio que quería era que lo dejaran en su
gruta orando, meditando y estudiando. Más tarde rechazó
con energía igual gesto de su sobrino Bonifacio VIII, el cual
solamente alimentaba la esperanza de sobrevivir a su tío para
elevarlo al honor de los altares, cosa que tampoco logró, pues
tío y sobrino murieron a pocos meses de distancia. Su vida fue
más angélica que humana, glorificado con prodigios y
profecías. Su culto quedó formalmente aprobado en
1724 por Inocencio XIII.