BEATA ANA ROSA GATTORNO
6 de mayo
1900 d.C.
Nació en Génova en el seno de una familia acomodada. Fue
bautizada con el nombre de Rosa María Benedetta. Recibió
una formación cultural y religiosa en su casa como era costumbre
en las familias burguesas. Era de carácter sereno, amable,
abierto a la piedad y a la caridad. En 1852 se casó con su primo
Jerónimo Custo y se trasladaron a vivir a Marsella. Una crisis
financiera, les llevó a la pobreza y tuvieron que regresar a
Génova. Su hija Carlota se quedó sordomuda a causa de una
enfermedad y su marido murió a los seis años de
matrimonio, dejándola viuda con dos hijos, ya que el tercero
murió también. Todos estos acontecimientos marcaron su
vida, a la que dio un cambio radical y ella llamó “su
conversión”.
Bajo la guía del confesor don José Firpo,
emitió de forma privada los votos perpétuos de castidad y
de obediencia en 1858, y en 1861 el de pobreza, al hacerse Terciaria
franciscana. Desde 1855 obtuvo permiso para comulgar todos los
días y en la Eucaristía encontró el consuelo y la
fuerza para su profundo ardor misionero y de entrega a los
demás. En 1862 recibió el don de los estigmas ocultos,
percibidos más intensamente los viernes. Se dedicó a
visitar a los enfermos en los hospitales y a los pobres enfermos en su
propio domicilio.
Le fue confiada la presidencia de la Pía
Unión de las nuevas Ursulinas, Hijas de Santa María
Inmaculada, fundadas por el beato Ceferino Agostini y por deseo expreso
del arzobispo de Génova, también la revisión de
las reglas de esta nueva fundación. En 1864 recibió la
inspiración de realizar una nueva fundación religiosa,
pero temía que le quitaran sus hijos y para ello pidió
consejo al capuchino beato Francisco María de Camporosso y al
mismo papa Pío IX, que le animó a seguir adelante con su
fundación. Fundó en Plasencia las Hijas de Santa Ana,
Madre de María Inmaculada en 1866 y cambió su nombre por
el de Ana Rosa. El sacerdote de la Misión, Juan Bautista
Tornatore, escribió la regla de la nueva fundación y
está considerado como el segundo fundador. La nueva
Congregación se dedicó al servicio de los pobres y
enfermos, las personas solas y abandonadas, los ancianos, los
niños abandonados y jóvenes en peligro a los que previa
una instrucción se les insertaba en el mundo del trabajo.
Decía que tenían que “evangelizar ante todo con la vida”.
La obra se extendió y aunque no le faltaron
tribulaciones, como humillaciones, pero se extendió por todo el
mundo creando colegios, centros de formación, una
fundación para sordomudos. Murió en la casa general de
Roma víctima de una rápida enfermedad. A su muerte
dejó 368 casas, en las cuales desempeñaban su
misión 3.500 hermanas con su lema: “Vivir por Dios y morir por
Él, gastar la vida por amor”. Fue beatificada por el Papa
Juan Pablo II el 9 de abril de 2000.