SAN ALFONSO MARÍA
FUSCO
6 de febrero
1910 d.C.
Nació en Angri, Salerno
(Italia), en el seno de una familia campesina. Sus padres le pusieron el nombre
de Alfonso María en honor de san Alfonso María Ligorio, ya
que los restos del santo se conservan en Pagani, ciudad a poca distancia de
su residencia, y un redentorista les predijo el nacimiento de este hijo y
que sería santo. A los once años manifestó a sus padres
el deseo de ser sacerdote y en 1850 ingresó en el seminario diocesano
de Nocera de Pagani. En 1863 fue ordenado sacerdote; fue destinado a la Colegiata
de San Juan Bautista de Angri, donde demostró sus grandes dotes como
confesor. Se dedicó a la evangelización del pueblo con una
predicación profunda, sencilla e incisiva.
En los últimos días
de su estancia en el seminario una noche soñó que Jesús
Nazareno le pedía que, apenas fuese ordenado sacerdote, fundase un
Instituto de religiosas y un orfanato para niños y niñas. Fue
el encuentro con Magdalena Caputo en Angri, mujer decidida, que aspiraba a
la vida religiosa, lo que le obligó a acelerar la fundación
del nuevo Instituto y que sería su primera superiora con el nombre
de sor Crocifissa. Se les unieron otras jóvenes que querían
dedicarse a su propia santificación, al servicio de los pobres, sobre
todo los huérfanos. Así se fundó las Hermanas Bautistinas
del Nazareno en Scarcella, cerca de Angri en 1878.
La residencia de la nueva
fundación se llamó la Pequeña Casa de la Divina Providencia,
donde comenzaron a llenarla de huérfanos. Pero como casi todas las
fundaciones tuvo dificultades con la jerarquía eclesiástica:
el cardenal Respighi, Vicario de Roma le dijo: “Ha fundado una comunidad de
hermanas competentes que han hecho su deber. ¡Ahora retírese!”.
Alfonso obedeció.
No
dejo mucho escrito y prefirió hablar con el testimonio de su vida,
su gran amor por la Eucaristía, la Pasión de Cristo y la Virgen
Dolorosa. Atendió a su fundación con un gran amor, delicadeza,
cuidando los huérfanos y animando a las religiosas al estudio para
poder evangelizar mejor. Se abrieron más casas. Murió en Angri
de una enfermedad repentina y exclamó: “Señor, te doy gracias,
he sido un siervo inútil”. SS Juan Pablo II lo proclamó
Beato el 7 octubre de 2001.