Alessandro Dordi, de la Comunidad
Misionera Paradiso, aceptó la invitación de Monseñor
Luis Bambarén, entonces Obispo de Chimbote, para asumir la extensa
parroquia Señor Crucificado de Santa. Era un hombre bueno, austero
y sencillo, hombre de oración. Sacerdote infatigable, valiente, caminante
y misionero. Su carisma por el anuncio del Evangelio se evidenció desde
siempre. Al ordenarse sacerdote, cuando tenía 23 años fue a
trabajar a una Diócesis entre los campesinos y los que sufrieron de
inundaciones en los años 50s. 11 años después pasó
a un poblado de Suiza y acompañó por 14 años como capellán
de los emigrantes italianos. Allí visitaba a las familias, enseñaba
religión y dirigió un del Centro Profesional. Quería
ir a África, a Burundi como misionero, pero luego de visitar algunos
países de América Latina eligió el Perú y llegó
a Santa en 1980. Intentó sentirse uno más entre los santeños,
compartía sus costumbres, fiestas y la tensión de vivir en un
país golpeado por la violencia política, atentados terroristas,
secuestros, protestas…
LABOR PASTORAL Y SOCIAL
La Catequesis Familiar fue su prioridad. Promovió muchos
cursos y animaba la preparación para los sacramentos en las comunidades
del valle, que visitaba constantemente sin importarle las distancias. Sabía
trabajar en conjunto, con otros agentes pastorales y comunidades religiosas.
Consiguió donaciones para realizar diversas construcciones
pastorales y de servicio social: Centro Promocional de la Mujer en 1983 con
el apoyo de Caritas Española y más tarde organizó el
Club de Madres para realizar actividades y talleres de manualidades, cursillos
de alfabetización, corte y confección, bordado, enfermería,
primeros auxilios, higiene y salud. Preocupado por atender a los enfermos
construyó y puso en marcha el Botiquín Parroquial que funcionaba
gracias a donaciones.
También fundó el Centro de Educación Ocupacional
“Virgen del Carmen”, capillas, casas parroquiales y centros comunales en diversos
poblados de Santa. Conocer su vida, su obra y su martirio, y ver ahora los
frutos en la Iglesia de Santa, nos anima a seguir lo empezado por el padre
Sandro, continuar sin cansancio con la promoción de valores evangélicos,
defender sin temor la vida y la dignidad de la persona, construir sin angustia
la justicia y la paz, entregarse generosamente a la misión de la Iglesia
y la edificación del Reino de Dios.
La Iglesia de Chimbote agradece la entrega abnegada y ejemplar
de nuestros mártires: padre Sandro Dordi, y los padres franciscanos
Miguel y Zbigniew; quienes, aún después de su muerte, con su
ejemplo de vida, nos dejan la tarea de anunciar el Reino de justicia, amor,
paz y perdón.(Página Vida y Fe, agosto 2006).
(Parroquia San Martín de Porres)