BEATO ALBERTO DE
CHIATINA
1202 d.C.
17 de agosto
Nació en Chiantina,
diócesis de Arezzo, en el seno de una familia de la
pequeña nobleza. Sus padres le encaminaron hacia la vida de
caballero. Durante sus años de estudio, se dio cuenta que la
instrucción intelectual desunida de la virtud no conducía
a nada bueno y así comenzó a practicar la oración
y la meditación durante horas. Fue ordenado sacerdote hacia el
1160, cuando tenía 28 años. Sus primeros años los
dedicó a la predicación popular, y tuvo tanto
éxito de conversiones que le apodaron el "hombre de Dios". En
1163, fue nombrado párroco de Santa María en Pava, cerca
de su pueblo natal. Aquí emprendió su actividad pastoral,
pero chocó con el delegado imperial de Federico Barbarroja, que
le hizo la vida tan imposible que a los diez años
renunció a su parroquia e incluso cambió de
diócesis.
Marchó a Siena, donde su obispo le acogió y
le nombró párroco de San Andrés, donde
volvió a demostrar sus insignes cualidades pastorales. Estando
en Siena conoció al papa Alejandro III, el cual en 1175, le
encargó el arciprestazgo de Colle Val d'Elsa en Gracciano. Se
trataba de una pieza eclesiástica dependiente directamente de la
Santa Sede, "vere nullius", como se decía, y en la que el
arcipreste, sin carácter episcopal, hacia de obispo o vicario
del Papa. Aquí volvió a repetir su actividad
apostólica y cosechar los mismos frutos de conversión.
A partir de 1182, una parálisis progresiva le
llevó a recluirse en su casa, a causa de unas llagas putrefactas
que le aparecieron por todo el cuerpo, excepto en la cabeza.
Llevó su enfermedad con una gran entereza y paciencia durante 20
años. Se le conoció como "el santo Job de Toscana". La
fama de sus heroicidades, se difundió por toda Toscana, tanto
que algunos cardenales de la Curia romana, obispos, abades y otros
ilustres personajes se acercaron a él, para admirar su virtud y
pedirle intercesión con sus oraciones. Después de algunos
años le pidió al Papa que le exonerase de su dignidad
arciprestal. En 1191 su petición fue escuchada.
En estos años, cambió la sede plebana a la iglesia de San
Salvador, a causa de los contínuos ataques de la ciudad de
Siena. Dispensado de su cargo de arcipreste, transcurrió los
últimos once años de su vida dedicados a la
oración, meditación y al ofrecimiento de su sufrimiento.
Fue muy devoto de la reliquia del Santo Clavo. Murió en Colle
del Val d'Elsa con fama de santidad y en su cuerpo desaparecieron las
úlceras putrefactas. Sus restos se conservan en la catedral, y
sobre su tumba se produjeron muchos milagros.