El anterior Martirologio
Romano decía:
“En la ciudad
de Zaragoza, en la región de Aragón, beato Agno, obispo,
que, siendo canónigo de la catedral, abrazó la vida
religiosa en la Orden de los Hermanos Menores y más tarde
ejerció el ministerio episcopal en Marruecos, terminando su vida
en su ciudad natal”.
Nació en
Gallur (Zaragoza, España). Se llamaba Lope Fernándo de
Ayn. El sobrenombre le fue impuesto por el papa Inocencio VI en
distinción a su bondad. Fue canónigo y superior del Pilar
de Zaragoza y el primero que abrazó el Instituto de San
Francisco en Aragón.
Comisionado en
Roma, se hizo admirar por su predicación, por lo cual fue
nombrado obispo de Marruecos y legado apostólico en esta parte
de África. En 155 fue comisionado como legado pontificio por el
papa Alejandro IV para delimitar el obispado de Cartagena y de otras
dos sedes peninsulares, cuyas tierras habían sido arrebatadas a
los musulmanes. Al final de sus días se retiró a un
convento de Zaragoza. Entre sus escritos destacan cartas sobre la
evangelización en África y un cuerpo de sermones.