BEATO ADELPRETO DE ARCO
1172 d.C.
20 de septiembre
Fue obispo
de Trento desde 1156 o 1157, y sabemos que en 1158
acompañó, escoltándolos por los valles
tridentinos, a los legados del papa Adrián IV que se
dirigían a Alemania, donde el emperador Federico Barbaroja.
Éste se había coronado emperador en 1155 y estaba en
guerra con el Papado y los territorios italianos, en afirmación
de los derechos universales del Imperio. En ese año hizo su
segundo descenso a Italia, ganando Milán.
No ha sido aclarado aún cuál fue la actitud
de Adelpreto frente al cisma causado por la lucha entre el Imperio y el
Papado. Políticamente apoyó al emperado. Partidario del
entonces partido gibelino, tal vez con el cargo de vicario imperial,
sobre su gobierno de la diócesis y del principado de Trento
tenemos poca información como para reconstruir un marco
creíble. Pero sabemos que fue defensor de los pobres, los
débiles, de la libertad de la Iglesia.
Murió de una muerte violenta hacia el 1177,
asesinado por un tal Aldrigitus, miembro de la noble familia de
Castelbarco, cerca de Rovereto. Adelpreto fue enterrado en la catedral
de Trento, y la diócesis de Trento le tributó culto de
mártir. Sobre su tumba se colocó una lámina
románica de cobre dorado representando la escena de la matanza;
en la actualidad se guarda en el tesoro de la catedral.
La devoción a San Adelpreto en Trento ha tenido
altos y bajos, e incluso recusaciones de la santidad de su figura. En
el siglo XVIII el historiador Jerónimo Tartarotti (1706-1761),
encendió una polémica sobre su culto, basádose en
la contrastante figura del obispo-guerrero caído en batalla, que
se formó en la tradición popular. En 1703 la ciudad hizo
un voto, invocando a san Adelpreto contra el asalto de los franceses.